Entre líneas

¿Cómo poder aventarse al precipicio y no emanar miedo? ¿Cómo resolver la encrucijada cuando las llagas en el pecho aún están latentes? Arriesgarse a amar  a otro ser humano en vísperas de una puesta de sol, dejar de leer entre líneas  los sentimientos más obvios,  cuando sabes que tus demonios han sido vetados de su infierno, cuando tu lógica no responde y el corazón ha preferido irse de vacaciones para no gritarte en la cara que la estas cagando. ¿Cómo ser valiente si cuando te empieza a caer el veinte el pinche oferton ha expirado? 

Siempre me ha rondado por la mente esa idea de chingarmelos a todos de la manera más deliciosa y perversa que existe, estrujándolos en cada capitulo, exprimiéndoles hasta el inconsciente con tal de quedar a mano, ya sabes, ojo por ojo y diente por diente, porque si ellos me habían jodido en la vida real, era justo que yo lo hiciera en estas páginas; porque joder la vida no sólo era dejarme plantada en pleno altar, también me habían jodido de la manera más ruin con la que el ser humano puede hacerlo: con amor. Y es que uno enamorado es peor que estar haciendo rabietas porque la pasión le gano al mejor corredor de béisbol haciendo 15 segundos menos, y apenas en primera base, uno enamorado dice que sí a TODO, como si esa palabra no fuese suficiente para el que la escucha; y ahí vas como oveja en el rebaño, sabroseandote  al lobo en turno en cualquier oportunidad y cuando esta con sus colmillos en tu yugular una revelación a punta de madrazos te dice que l a vida es bastante jodida

La vida es bastante jodida,  te sube a lo más alto de una torre  y de repente te avienta al vacío,  sin paracaídas... Y ahí vas,  disfrutando de lo chingón del paisaje que te ofrece,  riéndote a carcajadas porque el suelo lo ves lejos,  pero de pronto,  así sin anestesia, ni un mendigo tequila,  te estampas,  se oscurece  y despiertas a tu realidad,  te das cuenta de que ya no estas en la cima  y que esos días no volverán,  que él no volverá...  Y comienzas a sacar tus propias conclusiones  y todo esta de la chingada,  y escribes porque no eres buena cantando  y por las circunstancias prefieres no molestar;  maldices al destino  y te reprochas tus acciones  y vas hilando las historias  que desencadenaron todos tus karmas... Sólo escribes,  porque es mejor escribirlo que ha seguirla cagando,  porque en el fondo sabes que no hay razones  para un buen exordio a tu favor,  escribes porque hasta los demonios que te perseguían  s

Tus pasos en sentido contrario me perturban,  me agobian, se meten sigilosos en mi alcoba y destrozan todo a su paso. Ya no hay amor  pero vuelcas los planes de mi agenda ya programada hace un par de meses, despiertas incertidumbres que había matado a punta de madrazos dados por el tiempo, y ahora tengo que fingir ser cortes  porque aún, en un chingado sitio de mi mundano ser, quiero verte. ¿Y cómo decírtelo de una buena vez  si cada que lo hacia salias despavorido maldiciendo al destino  por habernos puesto en el mismo camino otra vez? ¿Y cómo esperar más tiempo  si lo que quiero desde hace más de 500 noches  es verme de nuevo en tus ojos? Sera cuestión de valentía,  enfrentarnos a nuestros karmas de una buena vez, desgarrarnos el alma, maldecirnos hasta que nuestras voces se apaguen, hasta que los reproches se nos acaben  y así en el último suspiro  matar lo que quedo de aquél amor...

¡Andá Cuca! es un poema que expone de forma cruda la realidad, el abuso del poder y la denigración de la mujer visto a través de una cucaracha. ¡ A N D Á  C U C A ! Y estaba ahí, cada noche, esperando que el sol descendiera para poder salir del hoyo que había tomado por hogar, diminuta, silenciosa y aventurera… Siempre escondiéndose entre las mesas de un viejo burdel, serpenteando entre tacones, lentejuelas y testosterona mezclada con alcohol, sobreviviendo a la pisada de un mal compás, aprendiendo y conociendo más de la prostitución que en cualquier documental. Siempre estaba ahí, cada luna bajaba y observaba las vehemencias que se daban en aquel lugar. Repetía cada paso, cada esquivar de zapatos, era un correr de una mesa a otra, doblar a la derecha y terminar en la puerta de la habitación número cuatro. Y ahí se quedaba, quietecita en una esquina, observando la más sádica de las acciones, el ocaso de la i

Había una vez en un bosque una pequeña cabaña, tan pequeña cual ratonera; habitada por una ninfa de labios cual pétalos color carmín, y de estrellas brillantes en su rostro, una Julieta andante, defensora del amor, justiciera empedernida. Soñaba entre nubes que algún troll llegaría a rescatarla de las espinas que rodeaban su cabaña; una cabaña frágil, maltratada por el tiempo, por los huracanes de tiempos pasados, por lobos disfrazados de corderos. Ella era de cuerpo diminuto pero por las noches de luna llena su rostro se volvía más pálido de lo normal, sus ojos lanzaban bolas de fuego, su fuerza era mayor a la de un tornado y destruía todo a su paso, pero siempre volvía a quedar presa de las espinas que la rodeaban. Aunque ella era de aspecto dócil las espinas siempre impedían que los valientes escuderos llegaran a su morada, y ella a pesar de sus deseos y de la inefable fuerza que la poseía después de cada cuarto creciente, jamás hizo nada. Esa era su vida, desear se